jueves, 13 de diciembre de 2012

Bienvenidos

Somos estudiantes de la carrera de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, y creamos este blog a partir del ramo Problemas Psicosociales en Chile, enfocándonos en el tema de la mala alimentación y la obesidad en nuestro país. Este tema nos lleva a cuestionar las diferentes variables con respecto a cómo es llevado en la sociedad chilena. De acuerdo a esto, se han realizado múltiples programas que buscan reducir el porcentaje de personas obesas en el país, sin embargo el tema de la mala alimentación en relación a la obesidad no sólo es un problema de salud, sino que también se desprenden otros aspectos que no son siempre visibles.

Hoy en día, la cotidianeidad de quienes somos parte de la sociedad chilena suele desenvolverse en medio del estrés y la velocidad propia de la época. Para poder ajustarnos a este modo de vivir surge la opción de consumir alimentos en las llamadas comidas rápidas, que elevan nuestra ingesta de calorías. Los excesos propios de esta manera de vivir traen como consecuencia muchas veces el sobrepeso y, por consiguiente, la obesidad. Sin embargo, la comida chatarra no es la única manera de desarrollar esta enfermedad; la mala alimentación se puede generar también por los estilos de vida, por ejemplo comer por ansiedad/pena/nervios, etc. lo cual es aceptado culturalmente, es decir, se tiene interiorizado que se puede comer mucho cuando se pasa por alguno de esos estados. También se puede generar por búsqueda de poder, y esto ocurre cuando el sobrepeso es símbolo de superioridad; en este sentido se asocia el sobrepeso con la fuerza, con imponer respeto. Por otra parte, la mala alimentación se puede dar además por falta de ingresos económicos, es decir, cuando se tiene poco dinero, se reducen las posibilidades de adquirir alimentos saludables ya que estos por lo general son de gran costo. De esta manera, la obesidad es un problema social cuando se considera su origen, que puede tener múltiples formas pero que en su mayoría conllevan a una posterior infravaloración de la persona, ya sea a nivel individual (por ejemplo con respecto a la autoestima) o a nivel social, por ejemplo cuando se evita contratar personas en los trabajos porque se exige una buena presencia dentro de la cual no se considera el sobrepeso.

La obesidad va más allá de un problema de salud que ataca solo al individuo. Es un problema social cuando se toma en cuenta que somos una sociedad que tiende a la mala alimentación. Sin embargo, a pesar de la existencia de muchas personas con esta condición, existe una tendencia recurrente a infravalorarlas, impidiéndoles participar en la vida social en igualdad de condiciones. El problema estaría en cómo utilizamos los modelos de valoración cultural institucionalizados, ya que a través de estos reconocemos la obesidad y quiénes están sujetos a estas condiciones.

A raíz de lo expuesto, es importante plantearse un modelo alternativo para entender la cuestión del reconocimiento en relación a la obesidad. En este sentido Fraser (2000) propone abordar el reconocimiento desde el status social; en esta perspectiva lo relevante está en el status de los individuos que componen el grupo social y que interactúan, por lo que al momento de reconocer a otro que tiene obesidad no realizamos un reconocimiento recíproco, en igualdad de condiciones ya que hay ciertas circunstancias que diferencian el modo en que vemos al otro, ya sea por su físico, sus capacidades, etc. Por lo tanto, la ausencia de reconocimiento produce que quienes son obesos no tengan más opción que subordinarse al modelo que la sociedad desarrolla, lo que imposibilita la óptima participación de estas personas.

La desigualdad económica presente hoy en día en la sociedad chilena no obstruye sólo la participación igualitaria sino que, además, promueve la subordinación e injusticia social. Es en el marco de la justicia social donde la obesidad y mala alimentación toman forma como problema social, ya que estamos frente a una causa ineludible de ella: la distribución inequitativa de los recursos disponibles. En la estructura económica del país, las personas con obesidad se enmarcan en los sectores con menores ingresos, lo que genera que al proceso de reconocimiento fundamentado en el status (valor cultural) se sume la consideración de los recursos económicos, que terminan por posibilitar o negar la participación social en igualdad de condiciones.

De esta manera, en la obesidad se puede encontrar un cierto menosprecio impuesto por la sociedad, en la medida que ésta impide el autoreconocimiento de la persona como sujeto per se, porque existen ciertas pautas de reconocimiento desde donde se da forma a la identidad y en las cuales los individuos con sobrepeso no se enmarcan, como por ejemplo, a la hora de vestir, ya que dentro de toda la gama del retail existen sólo algunas tiendas que venden tallas más grandes, también en el caso del transporte público, mencionado anteriormente, ya que su infraestructura no es adecuada para el total de la población que ocupa este servicio y el caso de los lugares de recreación como los parques de entretención (Fantasilandia) y, sin ir más lejos, las butacas del cine y el teatro. Por lo tanto, podemos entender que los obesos sufren constantemente la discriminación de una sociedad que no está adaptada para sus necesidades. De esta manera, podemos establecer que la discriminación es una forma de menosprecio que implica una pérdida de derecho, en el sentido que no se puede ejercer derecho en igualdad de condiciones cuando se es discriminado.

Por ende, para abordar el tema de la obesidad como problema social en Chile, es necesario entenderla dentro de una construcción causal, donde el problema en sí no se reduce tan sólo al área de la salud, del nivel de ingresos o de la valoración social, sino que es el conjunto de todas estas áreas las que desarrollan las condiciones del mundo de la vida tanto social como cultural del obeso, relacionándose directamente con la percepción que tiene él de sí mismo. De esta manera, la suma de estas áreas (salud, económico y social) producen y reproducen constantemente este estilo de vida a través de lo que se transmite de generación en generación, por el lenguaje, lo que se enseña a los demás y por sobre todo por la socialización, las cuales no se ajustan a patrones de reconocimiento recíproco, como lo es la valoración de la delgadez, ni existe una distribución equitativa de los bienes materiales para los obesos, lo que conllevaría a desigualdades de estatus o situaciones de menosprecio, como la discriminación y la minusvaloración hacia la persona obesa en algunas áreas de la vida social.

Referencia: 
  • Fraser, N. (2000) “Nuevas reflexiones sobre el reconocimiento”, en New left review, ISSN 1575-9776, N°4, 2000, pp.55 – 68. Edición en español, ejemplar dedicado a políticas económicas, modelos de democracia y estrategias imperialistas de la tercera vía.

Historia y valoración social


La obesidad es un concepto al cual se le dio un uso conocido por primera vez en 1651 en lengua inglesa, en un libro de medicina, y se refiere principalmente a cuando la persona tiene un exceso de grasa en el cuerpo. 

De acuerdo a la historia del individuo, la obesidad ha tenido un desarrollo que va a la par con los avances de la sociedad. En este sentido, si nos remontamos a la pre-historia por ejemplo, la forma en que se puede constatar que existía la obesidad en esa época son las estatuas, las cuales representan a mujeres con las formas de su cuerpo muy anchas. Estas estatuas simbolizaban probablemente la relación entre mujer y maternidad; la obesidad no sería vista como algo malo, sino como una señal divina de salud, como una necesidad de supervivencia. Posteriormente, en la Edad Antigua, en países como Egipto los faraones señalaban la obesidad como algo positivo, como símbolo de buena vida. No obstante, en el Imperio Medio Egipto, puede leerse por primera vez que la obesidad sea asociada con la glotonería y que se estigmatice comer en exceso. En Grecia, Hipócrates (gran figura de la medicina) asoció por primera vez la obesidad a la muerte y, por otra parte en la cultura cristiana, la glotonería era vista como pecado capital, y aunque la obesidad no era muy frecuente, esta concepción se fue generando a medida que la disponibilidad de alimentos se incrementaba. En la Edad Media, se presentaban distintas formas de pensar la obesidad; una de ellas era la visión de los artistas, los cuales representaban la obesidad como algo hermoso. 

Venus de Urbino, Tiziano (1538)

No obstante, en la Edad Moderna y en la Edad Contemporánea, la obesidad se comienza considerar una enfermedad, por lo que la remiten al área de la medicina y la experimentación, descubriéndose de esta manera la relación entre la genética y la obesidad. Posteriormente a la I Guerra Mundial, se cambia radicalmente el concepto de belleza femenina, dejándola arraigada a la extrema delgadez, y se exige este canon de belleza en áreas como el cine, modelaje, entre otros. 

Twiggy, 60's

De esta forma se estigmatiza la obesidad tanto en lo cultural como social y estético; en el siglo XXI, se considera a la obesidad como la “epidemia del siglo XXI” entendiendo que la obesidad se incrementa debido al ocio y al consumo de comida chatarra. 

En Chile, la situación no se desenmarca de esta evolución mundial de la obesidad. En nuestra sociedad, a comienzos de los años 70 las principales enfermedades se asociaban a la desnutrición e infecciones, sin embargo, la obesidad fue apareciendo en el país, volviéndose cada vez más presente y alcanzando un alto porcentaje de la población. Los especialistas explican que este aumento de personas con obesidad se debe a que los ingresos han mejorado, y eso conlleva a tener una mayor oferta de alimentos, pero de mala calidad. Debido a la globalización y a la incrementación del consumo, la cantidad de alimentos que se consumen es mucho mayor. Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que en el pasado, la sociedad chilena valoraba más la fecundidad, dándole un rol de madre a la mujer por lo que la obesidad no sería tan cuestionada, sin embargo ahora hay un descenso en la fecundidad, y una mayor esperanza de vida al nacer; en la actualidad las personas se emparejan pero no para procrear, pues optan por juntar los sueldos pero no tener hijos. Esto se explica porque la mujer hoy en día privilegia su cuerpo (rigiéndose por los cánones de belleza) y su poder de elegir sobre ser mamá, lo que sitúa al individuo por sobre las convenciones sociales. La obesidad estaría entonces dentro de un aspecto sociocultural donde se valora la delgadez en cuanto concepto de belleza, pero a su vez en una valoración de la no-maternidad, y Chile está hoy en una tendencia a la pirámide invertida, alta población adulta, baja población infantil. Otra evolución que ha tenido Chile con respecto a la obesidad es el paso al consumo de tecnologías, lo que reduce la actividad física, por ejemplo con los electrodomésticos, los automóviles y televisores; la sociedad chilena se ha vuelto cada vez más sedentaria. 

De esta manera los cambios socioculturales ocurridos a nivel mundial en relación a la belleza y a la valoración de ésta, se vinculan directamente con los cambios vividos en Chile. Es decir, dentro de los aspectos mencionados de la historia de Chile y el mundo, se da la valoración social, pero ésta es solo uno de los factores que se encuentran a la base de los patrones culturales de la obesidad, entendiendo también que aspectos socioculturales como la globalización y el consumismo, se relacionan directamente con el aspecto económico y son parte también de estos patrones.

Datos duros

La organización mundial de salud ha declarado la obesidad como una pandemia propia del siglo XXI. A nivel mundial, las cifras que arroja la obesidad resulta ser alarmantes considerando que ceca de 1.200 millones de personas en el mundo tienen problemas de sobrepeso, siendo alrededor de 302 millones personas en condición obesas. Es importante considerar cual es la realidad de la sociedad chilena concretamente, según la Encuesta Nacional de Salud 2009 – 2010 nos situamos frente a un panorama poco alentador que no señala que la cifra del año 2003 ha sido doblada durante el período 2009 – 2010 llegando alrededor de 8,9 personas con sobre peso, siendo 300 mil de ellos obesos mórbidos. 

Según esto, la proyección a futuro no mejora, se espera que el 2020 el chileno (a) sea un sujeto gordo, fumador, con tendencia al alcohol y escasa actividad física. 

De manera más específica nos encontramos con lo siguiente:

Estas cifran posicionan a Chile como un país con mayor prevalencia de la Obesidad después de Estados Unidos, México y Nueva Zelanda. Y en el caso de los niños entre 5 y 17 años con sobrepeso y obesidad, el país está quinto. 

Al momento de adentrarnos en la situación chilena, la interacción de los distintos elementos que hemos descrito sitúa a la obesidad mayormente con el nivel socioeconómico bajo. En este punto es relevante el modo en que se están distribuyendo los recursos en Chile, no deja de llamar la atención que el sector de menores ingresos presente en mayor porcentaje casos de obesidad, la pregunta que surge es ¿si poseen menos recursos, por qué se desarrolla la obesidad preferentemente en este nivel? ¿La justificación está en que los pobres comen más o que sus escasos recursos son destinados en su totalidad al consumo? La respuesta está en la temática desarrollada en las entradas previas, donde se aborda la distribución inequitativa de recursos como fundamento principal de la posición que hoy en día ocupa la persona obesa en Chile. Para reflejar dicha posición mostraremos los resultados arrojados por el Simce 2010:


Al momento de analizar las tablas, es posible determinar que las mujeres concentran los más altos índices de obesidad en los NSE bajos y medios. Sin embargo, un dato interesante observado es que mujeres de 15 años o más, pertenecientes al NSE medio alto concentran cerca de 16% de obesidad, superando al NSE bajo con un 15%. En el caso de los hombres la distribución de la obesidad es un poco más equitativa, aún cuando los niveles altos de obesidad se concentran en los sectores bajos. No obstante, surge una observación similar al caso de las mujeres, los hombres de 15 años o más del sector medio alto concentran cerca de un 20% de personas obesas. 

Los datos que hemos expuestos corresponden al Simce realizado el año 2010, es importante señalar que el último Simce realizado el año 2011 no expone la variable socioeconómica, por lo que surge la pregunta acerca de ¿Cuál es el motivo de que se haya excluido esta vertiente? Siendo que la obesidad como problema social aborda no sólo la salud de cada chileno, sino que además la situación económica y la valoración cultural. Estos dos últimos elementos resultan cruciales en el desarrollo de la obesidad, de hecho los datos expuestos reflejan la tendencia de los sectores bajos a presentar esta condición. 

A partir de los datos, podemos decir que la obesidad es un problema social ya que se construye de manera causal, son los sectores bajos con menores ingresos los que tienen la posibilidad de acceder a alimentos de bajo costo, pero altos en contenidos grasos, por ejemplo, la serie de productos que tienen a la base de su composición masas. En comparación a las personas con mayores ingresos que presentan la posibilidad de acceder a alimentos saludables que son de mayor costo, como las verduras. Estas condiciones de la sociedad chilena en relación a la distribución de ingresos y al acceso a alimentos sitúa a la persona obesa en un mundo que no hace más que reproducir estos modos de vida donde la diferencia en los NSE sería el punta píe inicial para dar paso a instancias de discriminación y/o menosprecio. 

Fuentes: 
  • http://www.obesidaduc.cl/2011/03/un-67-de-los-chilenos-tiene-exceso-de-peso-de-los-cuales-300-mil-son-obesos-morbidos/´ 
  • http://www.redsalud.gov.cl/portal/url/item/99c12b89738d80d5e04001011e0113f8.pdf 
  • http://www.redsalud.gov.cl/portal/url/item/9ac1bf1ed8ee8922e04001011e013229.pdf 
  • http://www.med.uchile.cl/2006/noviembre/2292-hallan-relacion-entre-obesidad-infantil-y-nivel-socioeconomico.html 
  • http://www.minsal.gob.cl/portal/url/item/bcb03d7bc28b64dfe040010165012d23.pdf 
  • http://www.minsal.gob.cl/portal/url/item/9ad9cbfb71ca4705e04001011e010283.pdf

Entrevista

En el titular expuesto por el diario electrónico Emol “Graciela Urrutia: Las barreras que los chilenos se imponen para no tener una vida saludable” manifiesta que la obesidad pasa más por un tema individual, destacando que son los propios sujetos quienes se limitan a una vida poco saludable. Sin embargo en las entradas anteriores establecimos un análisis de cómo la obesidad y la mala alimentación es un problema social, por la desigualdad económica o diferencias en la distribución de ingresos entre un sector alto de la sociedad y otro bajo, la valoración social y también la salud; por lo que el titular abordaría sólo un aspecto dentro de toda la problemática, pues Graciela Urrutia toma la obesidad como un problema individual que es propio del sujeto, lo cual no está mal, pero deja de lado que también hoy en día la obesidad ha ido aumentado en nuestra población lo que indica que algo más está sucediendo ¿Qué es ese factor desconocido que da paso de un problema individual a un problema social? Su respuesta recae en entender el problema de la obesidad en su totalidad, sin excluir los diversos ámbitos que fluctúan. 

También en Chile, a nivel cultural, existe una categorización y una valoración de la persona con sobrepeso, considerándolas como “buena onda”, “chistosas” y “amigables”, construyéndose de esta manera la personalidad de la gente obesa en la cultura chilena, donde se generan estereotipos y además con sus costumbres alimenticias, en donde existe el plato de fondo y la repetición de ésta, hacer sobre mesa, etc. Estas condiciones, como se mencionaba anteriormente, son generadas, reproducidas y mantenidas constantemente por el consumo de alimentos alto en calorías y por el aumento de la población obesa encontrándonos en un problema social más que individual. 

En un momento de la entrevista a Gabriela Urrutia se le pregunta: 
"Los motivados y esforzados se ubican principalmente en los grupos ABC1 y C2, ¿la gordura discrimina tan claramente? 
Hay una tendencia mayor. Está probado que los grupos de menores ingresos tienen una mayor prevalencia, pero más que los grupos socioeconómico el tema son los niños y las mujeres; los primeros es un grupo clave porque esto está actuando como pandemia desde la más temprana edad; si esto no se para en la niñez tienen alta probabilidad de ser adultos obesos. El otro grupo preocupante son las mujeres; los hombres tienen un 19% obesidad frente a un 30% de ellas y si a eso le sumas el factor pobreza el porcentaje sube a un 50%. Y esto no es menor porque ellas deciden qué se come en una casa y cada vez más son jefas de hogar por lo que lidian con una serie de cuestiones. Es cierto que ciertos grupos socioeconómicos tienen más acceso a algunos bienes, pero aquí la clave está en la educación, en el conocimiento, en la mayor conciencia de que ciertas conductas poco saludables van a derivar en problemas de salud como hipertensión, diabetes, resistencia a la insulina”. 

Claramente se reconoce que existe un problema de distribución de ingresos, sin embargo siguen tratando al problema de la obesidad como algo individual que pasa primordialmente por la capacidad misma de los sujetos, como que si tan solo siguiendo los pasos de una dieta saludable de salmón y ensaladas verdes el problema se solucionaría, sin embargo la obesidad como problema va mucho más allá, pasa por una falta de redistribución que imposibilita de alguna manera el acceso a éste tipo de comida o posibilidad de recibir tratamientos especiales para mejorar su calidad de salud y por ende se impide cambiar la manera de seguir reproduciendo éstas formas. Se olvida y pasa por alto las condiciones de socialización, pues no es un tema de flojera que la obesidad sigue activa en la sociedad, sino que es un modo de relacionarse con el otro como por ejemplo los integrantes de una familia que se reúnen en la mesa, que hacen que éste problema de obesidad siga aumentando. En éste sentido el Estado reconoce el problema e intenta crear políticas públicas para solucionarlo, pero solo a nivel superficial. 
  •  Fuente: http://www.emol.com/tendenciasymujer/Noticias/2012/11/15/23463/Graciela-Urrutia-Las-barreras-que-los-chilenos-se-imponen-para-no-tener-una-vida-saludable.aspx

Elige Vivir Sano

A partir de la entrada anterior, donde quisimos exponerles el paso de un problema individual a un problema social respecto de la obesidad, encontramos ciertas iniciativas del gobierno de Chile que buscan disminuir el porcentaje de obesidad en el país, tomando en cuenta que la principal razón de su aumento es la mala alimentación. De esta manera Elige vivir sano, es un programa que consiste en la contribución de prácticas de vida saludable, centrado fundamentalmente en dos aspectos: fomentar una alimentación saludable y fomentar la actividad física. Respecto a esto, una de los principales objetivos de este programa es publicar en su página online, una dieta balanceada que pretende mejorar el problema de la obesidad. A continuación les presentamos una propuesta alimenticia por Elige vivir sano: 

"Guía para una dieta balanceada
Ingresado el 13 diciembre, 2011 | Por Elige Vivir Sano 
Consume 3 veces en el día productos lácteos como leche, yogur, quesillo o queso fresco, de preferencia semidescremados o descremados. 
Los lácteos tienen calcio, un micronutriente importantísimo para que huesos y dientes estén sanos; muchas vitaminas que necesitamos para cuidar órganos tan importantes como la piel y los ojos; y muchas proteínas. Pero también es importante saber que a partir de los dos años de edad, es mejor tomar y comer lácteos semidescremados o descremados, porque tienen los mismos nutrientes pero sin las grasas que te hacen engordar. 

Come al menos 2 platos de verduras y 3 frutas de distintos colores cada día. 
Las frutas y las verduras son alimentos bacanes: disminuyen el riesgo de enfermarnos de cáncer o del corazón, ayudan a que la digestión funcione bien, a bajar el colesterol y previenen la obesidad. ¿Qué mejor? Esto es porque tienen vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, lo que significa que si comemos 5 porciones de frutas y verduras todos los días, variados y de colores, nuestro cuerpo recibirá lo nutrientes que necesita. 

Come porotos, garbanzos, lentejas o arvejas al menos dos veces por semana, reemplazando la carne. 
Las exquisitas legumbres tienen proteínas, minerales, vitaminas y fibras ¡que necesitamos para vivir! Además si las cocinamos con cereales como el arroz entregan proteínas que reemplazan a la carne sin tener la cantidad de grasas que ésta tiene, y a un precio mucho menor. 

Come pescado, mínimo 2 veces por semana, cocido, al horno, al vapor, a la plancha o enlatado. 
Chile tiene mucho mar y por eso es importante que aprovechemos el pescado que éste nos entrega, porque no solamente es rico sino que además nos aporta proteínas, hierro, zinc y un tipo de grasa que nos hace bien, que es el omega 3, muy importante para prevenir enfermedades cardiovasculares y para ayudar en el desarrollo de nuestro sistema nervioso. Y aunque es cierto que el pescado fresco es un poco caro, el atún y el jurel enlatado son ricos y económicos. 

Prefiere los alimentos con menos grasas saturadas y colesterol. 
Comer grasas saturadas, incluyendo las trans, es hacerle un pésimo favor a tu cuerpo, porque arriesgas aumentar tu nivel de colesterol y de desarrollar enfermedades cardiovasculares. ¡Disminuyamos el consumo de grasas! Empieza por leer las etiquetas de lo que comes, porque hay muchos alimentos envasados en los que la grasa no es visible, como las cecinas, golosinas, cereales, galletas y helados. Entonces es muy importante que comparemos los productos mirando las etiquetas, y escojamos las con menos cantidad de grasas. También es necesario comer menos frituras y consumir alimentos que aportan grasas de buena calidad como las paltas, aceitunas y nueces. Pero, recuerda, todo con moderación, no queremos engordar más de la cuenta. 

Reduce tu consumo habitual de azúcar y sal. 
Los chilenos estamos mal acostumbrados a consumir mucha más sal de la que necesitamos. Nos gusta comer con el salero en la mesa y, muchas veces, le echamos sal a la comida ¡antes de probarla! Además consumimos muchos productos procesados y enlatados que tienen demasiada sal. Por esto es importante revisar la información nutricional de la etiqueta para escoger aquellos alimentos de bajo contenido en sodio. Lo mismo nos pasa con el azúcar, tenemos un “diente dulce” que nos llama a comer cositas azucaradas. Y eso no es bueno porque mucha azúcar aporta muchas calorías, afectan nuestra alimentación, engordan, estimulan las caries y pueden afectar la calidad de vida, no solamente de los adultos sino también de niños y adultos mayores. 

Toma 6 a 8 vasos de agua al día. 
¿Tanta agua? No es tanto si pensamos que esto incluye el agua de todos los alimentos líquidos como la leche, té, café, sopas y bebidas. Pero ojo, no incluyamos bebidas, néctares y jugos azucarados, los que aportan una cantidad innecesaria de calorías y son muy consumidas especialmente por niños y jóvenes."

Tomando en cuenta esta dieta propuesta por el programa Elige vivir sano, podemos observar que se busca disminuir el exceso de peso a partir de lo individual, es decir, se busca que sea el propio individuo el que luche con su sobrepeso a través de la buena alimentación, dejándose de lado otros aspectos que son igual o incluso más significativos que reducir la obesidad desde esta perspectiva. La obesidad sería vista entonces como un problema que el sujeto debe solucionar solo; puede ser guiado mediante programas, pero en quien recae la responsabilidad de su cuerpo es sólo en él. Sin embargo, la obesidad como problema psicosocial debe abordar todas las variables, no sólo la referida a lo individual, ya que la persona obesa se encuentra inmiscuida dentro de un colectivo, de una cultura que influye en su estilo de vida.
  • Fuente: http://www.eligevivirsano.cl/come-sano/guia-para-una-dieta-balanceada/

Discriminación y obesidad

Obesidad y discriminación - kewego
Entrevista de Macarena Pizarro a Myriam Cuevas acerca de la discriminación de los obesos, en aspecto laboral y social
El presente video nos muestra que la obesidad y la mala alimentación es un problema social, porque la vida en tanto su valoración social hacia la delgadez desarrolla la manera, en cómo ésta persona se desenvuelve en la sociedad y cultura chilena. Este aspecto le permitió intentar cambiar su estilo de vida (los mismos que tienen las personas obesas), porque su entorno no se ajustaba a su modo de vivir; no la reconocían (la miraban extraño), no tenía la misma oportunidad de acceder a bienes materiales, viéndose inmiscuida en la discriminación, de manera tal que originó en ella la motivación de bajar de peso. Podemos observar y responder por qué la obesidad es un problema social, porque la obesidad ha sido producto o efecto de un estilo de vida que se ha ido llevando y acarreando por mucho tiempo, en el que se engorda sin parar. En este sentido, la obesidad ocupa un lugar desventajado, por cuando es generada colectivamente, lo que ayuda a reproducirlo constantemente. Esta discriminación muestra a una persona que busca ajustarse a modelos, porque el hecho de no hacerlo genera un proceso de discriminación que va menoscabando poco a poco la integridad y autoestima de quién la vive. Esta discriminación refleja parte de lo que hemos expuesto en las entradas anteriores, sin embargo no abarca la totalidad del problema social, en el sentido que existen más vertientes que se enmarcan en ésta. 
  • Fuente: http://www.kewego.es/video/iLyROoafJF_-.html